La obsidiana es un vidrio natural volcánico, formado por el enfriamiento rápido de lava rica en sílice. Este proceso impide que los minerales se cristalicen, resultando en una roca de aspecto vidrioso y liso, con un color negro profundo muy característico, aunque también puede encontrarse en variedades. Como por ejemplo, la obsidiana arco iris (con reflejos de colores), obsidiana dorada (con destellos metálicos), obsidiana caoba (marrón con manchas negras), obsidiana nevada (con manchas grises) y obsidiana lágrima de apache (negra y nodular), así como versiones en tonos azules, verdes y rojos.
Su nombre proviene de “lapis obsianus”, en honor a un supuesto explorador romano llamado Obsius. Los principales yacimientos se encuentran en México, Estados Unidos, Islandia y varios países del cinturón de fuego del Pacífico.
Históricamente, la obsidiana ha sido utilizada para fabricar herramientas y armas debido a sus bordes extremadamente afilados. Además, es apreciada en el ámbito espiritual por sus propiedades protectoras, pues se cree que actúa como un escudo energético contra influencias negativas. También se le atribuyen cualidades de introspección, siendo útil en la liberación de bloqueos emocionales y la sanación profunda, por lo que es comúnmente empleada en meditación y terapias energéticas.