El xilópalo es madera fosilizada que se formó hace aproximadamente entre 200 y 250 millones de años, durante el periodo Triásico. Su origen se remonta a árboles que, tras caer, quedaron enterrados bajo capas de sedimentos ricos en sílice. Con el paso del tiempo, en un ambiente sin oxígeno y con la acción del agua subterránea, el sílice fue infiltrándose en la madera, reemplazando sus células sin alterar su forma original.
Durante este proceso de fosilización, conocido como silicificación, la materia orgánica fue sustituida por minerales como el cuarzo, pero conservando con gran detalle la estructura del tronco. En muchos casos, es posible identificar claramente los tejidos vasculares original e incluso los anillos de crecimiento, lo que permite estudiar aspectos anatómicos de árboles ya extintos. Gracias a la presencia de elementos como el hierro, el cobre y el manganeso en los sedimentos y el agua, el xilópalo presenta una amplia variedad de colores, que van desde los tonos marrones y rojizos hasta verdes, azules o incluso multicolores.
Hoy en día, el xilópalo es valorado tanto por su belleza natural como por su importancia científica, ya que permite estudiar especies vegetales extintas y antiguos ecosistemas. También se utiliza en joyería, decoración y coleccionismo.